Hacer un huevo frito parece muy fácil pero tiene sus trucos. Hay muchas maneras de hacerlos.
A mucha gente le gusta hacerlos con muy poco aceite, en este caso no es un huevo frito, es más bien un huevo a la plancha, también muy bueno y con menos calorías.
A otras personas no les gusta la puntilla, el borde marrón y tostado. Para ello hay que hacer el huevo a menor temperatura, se echa cuando el aceite no está muy caliente y en cuanto cuaja se saca, para que el aceite no se caliente mucho y se forme la puntilla.
Yo os voy a enseñar mi manera de hacerlos, yo creo que muy tradicional.
En un sartén pequeña, para que el huevo no se desparrame, poner un dedo de aceite de oliva 0,4º.
Calentar y cuando esté bien caliente pero sin llegar a humear, poner el huevo. Se puede cascar en el borde de la sartén o sobre el banco de la cocina y añadir directamente a la sartén, o poner en un cuenco o vaso para asegurarnos que al añadirlo a la sartén no esté roto.
En cuanto comience a cuajar la clara, verter aceite sobre la yema ayudándonos de una espumadera. Con cuidado lanzar el aceite caliente de los bordes sobre la yema, esta debe quedar ligeramente hecha por fuera pero blanda por dentro. Añadir un poco de sal sobre la yema. Para sacarlo, poner con cuidado la espumedera por debajo del huevo y escurrirlo de aceite.
Están buenísimos acompañados de unas habas pochadas, hervidas o picantes.
«Con puntillas, cómo a mí me gustan!»
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